Lisboa y Oporto, una experiencia académica multidisciplinar que conectó sueños, disciplinas y sentidos


Creado por: Lola Ferrin
Durante nueve días de junio, ocho estudiantes de la Facultad de Creación y Hábitat recorrieron las calles empedradas, los museos y las iglesias centenarias de Lisboa y Oporto, en lo que fue mucho más que un viaje académico. Fue una inmersión profunda y multisensorial en la historia, el arte, el diseño, la arquitectura y la cultura portuguesa. Una vivencia que, como afirmó el profesor José Rafael González, organizador y guía del recorrido, “fue absolutamente 360°”.
La misión académica a Portugal fue la primera de carácter multidisciplinar que organiza la Facultad. Participaron estudiantes de Artes Visuales, Diseño de Comunicación Visual y Arquitectura, lo que supuso un reto de planeación, pero también una oportunidad única, diseñar recorridos que tocaran los intereses de cada disciplina y, al mismo tiempo, los puntos en común que las integran, como los procesos de creación, el análisis del entorno y la sensibilidad estética.
“La experiencia fue extraordinaria porque nos permitió construir un aula abierta, viva, donde el conocimiento se experimenta caminando, observando, sintiendo”, explicó el profesor José Rafael. No se trató de una misión centrada en visitas a universidades, sino de una inmersión en el contexto real de la cultura y la historia portuguesa, desde sus calles hasta sus expresiones más contemporáneas.
El itinerario abarcó lugares clave en ambas ciudades. En Lisboa, los estudiantes visitaron el icónico Time Out Market, un mercado gastronómico donde confluyen la tradición culinaria portuguesa, el diseño de espacios, la comunicación visual y la renovación arquitectónica. “Allí se podía ver todo, el gastrónomo entendía la riqueza culinaria, el diseñador se fijaba en los menús impresos y digitales, los materiales, la estética del lugar; el arquitecto apreciaba la rehabilitación del edificio, y el artista, la atmósfera, los murales y detalles visuales”, describió González. Fue, como él lo dijo, una experiencia en la que “cada disciplina tenía algo que mirar, analizar y disfrutar”.
También exploraron la Feria del Libro de Lisboa, donde se sorprendieron con el diseño editorial portugués. “Fue revelador para muchos”, comentó el profesor, quien recordó con emoción el comentario de una estudiante de diseño, 'profe, yo no sabía que lo que yo soñaba existía'. Aquella frase, dijo, lo marcó profundamente. “Esa estudiante encontró en un stand lo que soñaba hacer profesionalmente. No fue una clase ni una imagen proyectada, fue una vivencia. Eso tiene un impacto real en la vida de una persona”.
En Oporto, la misión incluyó recorridos por iglesias barrocas como la de los Clérigos y museos como la Casa Serralves, una joya del modernismo portugués transformada en centro cultural. Allí, los estudiantes vivieron una experiencia inmersiva que reunía patrimonio arquitectónico, arte moderno, paisaje y diseño museográfico. Una edificación aristocrática, intervenida años después por el reconocido arquitecto Álvaro Siza Vieira, se convirtió en el símbolo del diálogo entre pasado y presente, entre lo clásico y lo contemporáneo. “Fue impresionante ver cómo se respetó el edificio original y se sumó una nueva estructura contemporánea con toda la identidad de Siza, generando una armonía que habla de lo que somos como facultad, una mezcla de miradas, procesos y contextos”, explicó el profesor.
La arquitectura marítima de ambas ciudades también fue un eje de análisis. Lisboa, reconstruida tras el terremoto de 1755 bajo la visión del Marqués de Pombal, se convirtió en un caso de estudio sobre resiliencia urbana, mientras que Oporto, con su actividad vitivinícola y sus terrazas en la ribera del Duero, mostró cómo la geografía y la economía moldean los espacios y las culturas. “La arquitectura marítima allí no es solo la que está cerca del mar, sino la que fue permeada por lo que sucedía en torno al imperio portugués, al comercio, a la navegación… y eso se ve en las calles, en los edificios, en la vida cotidiana”.
Cada paso fue una oportunidad para descubrir nuevas formas de habitar el mundo y conectar saberes. Los estudiantes llevaron bitácoras de viaje en las que registraron sus aprendizajes desde la mirada particular de sus carreras. Algunos dibujaron, otros escribieron análisis críticos o reflexiones sensoriales. Para Felipe González Lozano, estudiante de quinto semestre de Artes Visuales, el viaje fue una experiencia que dejó huella. “Me impresionó mucho el arte religioso que vimos en las iglesias, como la Catedral de Lisboa o la de los Clérigos en Oporto. Las esculturas, los frescos, los retablos… todo está tan bien conservado, es como viajar al pasado y ver cómo los artistas interpretaban el mundo que los rodeaba. Eso me cambió. Además, aprendí a tener más seguridad y confianza en mí mismo”.
Más allá del conocimiento, la misión también fue una experiencia humana. Los estudiantes, que no se conocían entre sí antes del viaje, terminaron formando vínculos cercanos. “Eso no siempre pasa, pero en esta ocasión hubo una conexión muy especial. Se dio una convivencia bonita, solidaria, generosa”, resaltó el profesor y Felipe lo confirma, “agradezco mucho a mis compañeros por su amabilidad y cercanía. También al profesor José por su generosidad durante todo el viaje”.
Cabe anotar que la misión se ofrece como una asignatura de la Facultad. Se realiza anualmente y requiere una planeación meticulosa, tanto en términos logísticos como pedagógicos. Las familias de los estudiantes se preparan con anticipación y el equipo docente diseña cuidadosamente las rutas, evitando repetir destinos y priorizando ciudades que ofrezcan riqueza patrimonial, histórica y cultural. Para esta edición, se eligió Portugal por su equilibrio entre costo y oferta académica. “Es un país increíblemente rico en diseño, arquitectura, gastronomía y artes, pero más accesible económicamente que otras opciones en Europa”, explicó el profesor.
Aunque la misión fue organizada desde la Facultad de Creación y Hábitat, José Rafael aseguró que en futuras ediciones podría abrirse a estudiantes de otros programas. “Ya algunos se quedaron con el ‘gusanito’ de querer participar. Esta experiencia puede ser transformadora para cualquier disciplina. “En pocos días, la experiencia suple procesos que de forma lineal y tradicional no alcanzarían ni a tocarse”, concluyó el profesor.


















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